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Número 20º - Septiembre 2.001


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ENTREVISTA A LEONARDO BALADA.


Leonardo Balada.

Entrevista realizada por Daniel Mateos.

¿Cómo empezó con la música? ¿Fue una decisión de sus padres? ¿Había alguna tradición musical en su familia?
Mi padre era sastre y le gustaba mucho la ópera. Iba al Liceo de Barcelona cuando tenía dinero.

Me llevó a estudiar música para que tuviese alguna formación musical y para que aprendiera a diferenciar la buena música de la mala música, como le llamábamos antes. A los 8 años empecé a estudiar piano en el Conservatorio del Liceo, donde terminé piano y teoría. Después, en el año 56 me fui con una beca a estudiar composición a USA.

¿Su viaje a América fue algo premeditado, era ese su objetivo?
No, fue una cuestión puramente de suerte. Resulta que mi padre, que era sastre en Barcelona, tenía un cliente que tenía un primo que era americano y que era pianista, profesor de la Manhattan School de New York; él me conoció y vio que tenía muchas ganas de ser compositor, y por ello me consiguió una beca para ir allí.

¿Qué opina de la evolución actual de la música?
La evolución parte de la casi uniforme manera de hacer música de los años 50-60, con música dodecafónica y serial, hasta lo que hacemos ahora, que es un estilo abierto en el que cada cual hace lo que quiere: hay cosas tradicionales, de vanguardia, y lo que hay en medio de ambas cosas.

Yo observo una evolución a una música de tipo étnico, sin ser nacionalista, y que yo empecé a hacer ya en el año 70 con un "homenaje a Sarasate" y "sinfonía en negro a Martin Luther King", en la que mezclaba la música de vanguardia que hacía en los 70 con ideas y temas de tipo étnico o nacionalista (ritmos españoles, ritmos negros, etc.)

¿Piensa que ahora es más difícil componer que en la época de Mozart o Beethoven?
No, no creo que sea más difícil. Lo que ocurre es que hoy día a uno le dan más gato por libre que en la época de Mozart o Beethoven. En todo el arte en general.

¿Por qué, a qué se debe ese hecho?
El arte abstracto se presta a que te den fácilmente gato por libre. Hay arte abstracto que es estupendo, y otro arte abstracto, como música o pintura abstracta, que lo puede hacer gente con poca técnica. La gente que tiene conocimientos suficientes sabe diferenciarlo, pero los demás no.

¿Cuál es su compositor preferido o algún compositor que le haya servido de modelo?
Quiero apartarme de los compositores tanto como pueda -suelta unas carcajadas-. He sido influenciado más por pintores que por músicos. Naturalmente que Chopin, Beethoven y Bach siempre están en mi subconsciente.

¿Qué pintores en concreto?
Salvador Dalí, con quien yo colaboré en New York varias veces, en los años 50 y 60, con su surrealismo. También Rushenberg con sus colages. En general todo el arte contemporáneo me ha influido bastante, y creo que he sabido transmitir sus conceptos dentro de la música que hago.

¿Considera que se ha llegado en la actualidad a una "saturación" en cuanto al lenguaje de vanguardia, y que en la actualidad ya no hay una necesidad como podría haberla en los años 70 de innovar en este aspecto?
Ahora estamos en un momento de síntesis, en el cual utilizamos un arte de ruptura mezclado con lo que existía ya antes de esas rupturas. Así es como yo trabajo en este momento, y supongo que esto se dará durante un tiempo, unos 15 ó 20 años. Cuando llegue el momento en que esto ya no funcione, no sé qué ocurrirá. Si sale un genio, pues se romperá el arte hacia una nueva dirección o un nuevo concepto. Si no, ¡estamos apañados!

¿Cuál es el director de orquesta que mejor ha comprendido su obra?
Lorin Maazel, en su grabación de una de mis sinfonías y un concierto para oboe con la sinfónica de Pittsburgh, creo que ha hecho cosas que no esperaba en mi obra. Generalmente si encuentras directores que hacen cosas que no esperas en tu obra, suelen ser para peor; sin embargo, en su caso fue para mejor. Esto es debido a que él tiene una gran visión musical y una enorme facilidad para entender las composiciones, y una técnica fenomenal.

¿Cuándo escribe música usted, a quién va dirigida: al público, a usted mismo, a futuras generaciones?
Yo escribo música que me satisface a mí mismo, desde un punto de vista emocional muchas veces, sonoro. Normalmente no hago música de experimentación, porque ya la hice hace tiempo, sobre todo en música de cámara. Ahora busco obras que sean resultados finales, que no sean pura especulación, sino que de por sí tengan un mérito auténtico.

¿Qué le recomendaría a un joven compositor que quiere iniciarse componiendo y abrirse paso en este mundo?
Lo primero que tiene que hacer es convencer a sus padres, para que estos estén seguros de lo que su hijo quiere hacer. Es como el que quiere subir al Everest; tienes que estar loco para subir al Everest, si no, no lo intentas. Ésta es una carrera muy ardua, muy difícil, hay poco reconocimiento en el mundo actual a la música seria contemporánea.

¿A qué se debe este poco reconocimiento de la música contemporánea en comparación a la música culta más antigua?
Porque el mundo va a lo fácil, a lo inmediato, al menor esfuerzo posible. Así como la gente lee menos que antes, y lee menos novelas serias, pero sí novelas tipo crimen o sexual de entretenimiento... igual pasa con la música. La música Pop es lo inmediato, y la gente no se preocupa por lo demás. En parte porque no conocen nada más, en parte porque no se les da instrucción.

¿Cuál es la pieza de la que se encuentra más satisfecho hasta ahora?
No sé, la verdad es que tengo muchas obras escritas. Tengo varias óperas, tengo concertos, tengo sinfonías, tengo obras de cámara, etc. Quizás una de mis preferidas sea la "Sinfonía del Acero" y también "No Res", para narrador, coro y orquesta. Esta última obra me gusta especialmente porque refleja muy bien mi filosofía. Es una protesta contra la muerte. La compuse a raíz de la muerte de mi madre. Como soy agnóstico, pienso que la muerte es algo que no tiene sentido, es decir, lo tiene, pero no lo tiene. Algún crítico lo ha llamado "requiem agnóstico", aunque no tiene la forma de la misa ni del requiem, pero sí tiene un sentido explicativo como el requiem.

Cuándo alguien como usted llega a la fama, a la cumbre de su carrera, y toma conciencia de que probablemente sus obras en un futuro, cuando ya hayamos fallecido todos, queden y se le vea como un Mozart o Beethoven... ¿siente una gran responsabilidad a la hora de escribir nuevas obras?
No, uno no piensa en el mañana. Quisiera llegar al mañana, porque todos tenemos la imagen de Beethoven y de Bach que están para siempre. Sería estupendo saberlo hoy día que estoy vivo, y no mañana o dentro de 100 años. Lo cierto es que los tiempos cambian mucho, y uno no cuenta con ello. Uno hace la obra porque tiene que hacerla, y el artista hace algo que está al margen de todo, incluso del interés económico; en otro caso, el artista se convierte en comerciante de arte.

El artista auténtico es el que hace una cosa porque debe hacerla: o porque la siente, o por la misión de la obra, o por satisfacción propia. Es como el atleta que quiere hacer sus carreras a pie o en bicicleta por el mero hecho de correr.

A la hora de componer, ¿sigue siempre un mismo proceso creativo?
Generalmente, antes de ponerme a escribir, tengo una visión general de la obra o una intención muy clara de lo que quiero hacer. Sin embargo, nunca me ligo a predeterminaciones, sino que a medida que voy trabajando voy desarrollando las ideas y si puedo las ajusto a las ideas premeditadas. Todas mis obras son completamente abiertas, con un estilo específico. No creo en obras que hacen algunos compositores, sobre todo estudiantes, que te enseñan un plano exacto de lo que va a ocurrir en cada momento, antes de escribir la obra. No hay forma de que una obra hecha en esas condiciones tenga continuidad y espontaneidad.

Ha sido un placer. Gracias por concedernos esta entrevista para Filomúsica.