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Número 11º - Diciembre 2000


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EUTERPE Y PITÁGORAS.

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

El pensamiento de Pitágoras (s.VI) resulta difícil de analizar, puesto que sobre todo la carencia de documento escrito alguno del propio maestro impide la reflexión directa de sus teorías en torno a la música.

Se puede llegar a hablar de escuela Pitagórica que formuló una serie de doctrinas que afectaron no solo al ámbito puramente filosófico, sino también al político-religioso.

Pero, sin duda, que la música ocupó un puesto central en la escuela pitagórica, manteniendo un papel preponderante dentro de la cosmogonía y la metafísica pitagóricas. Y de esto y de su posterior trascendencia trataremos en este artículo que pretende reconstruir la esencia de esta particular filosofía.

Para ser exactos, el inventor del término filosofía fue Pitágoras, usando por vez primera dicho término y autodenominándose filósofo. En la palabra filosofía recogió dos modos de saber que su escuela denominó máthesis y ákousma, lo que se entiende por contemplación y comprensión. Las ciencias pitagóricas no son sino los dos primeros pasos del filosofar, que consiste en aprender a ver y saber escuchar, es decir, las dos actividades humanas por excelencia (Platón, Libro VII de la República).

Las matemáticas y la música se unen en el concepto pitagórico de harmonia que significa, en primer lugar, proporción de las partes de un todo. No olvidemos que Pitágoras fue el primero en llamar cosmos al conjunto de todas las cosas, debido al orden que existe en éste (según Aecio). Este orden por el que se rige el Cosmos es dinámico: El universo está en movimiento y es el movimiento de los astros y de las fuerzas que los mueven el que se ajusta en un todo harmónico. Así, si el Cosmos es harmonia, también el alma es harmonia, para los pitagóricos. Las matemáticas y la música, lo que se aprende por los ojos, y lo que se aprende por los oídos, constituyen los dos caminos para curación del alma.

En el sentido pitagórico se establecía pues un paralelismo entre los intervalos acústicos considerados como base de la música y las distancias que nos separan de los planetas. Así, de la Tierra a la Luna habría un tono; de la Luna a Mercurio un semitono; otro de Mercurio a Venus; y de Venus al Sol un tono y medio; por tanto entre el Sol y la Tierra existiría una separación correspondiente al intervalo de quinta, y habría una distancia correlativa del intervalo de cuarta desde la Luna al Sol.

Pero harmonia quiere decir también afinación de un instrumento musical con cuerdas de diferente tirantez, llegando a significar  la escala musical (s. V). Aristóteles nos dice que los pitagóricos afirmaban que "la tonalidad del universo era harmonia y número". El número, alude al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos del Cosmos, que es comparado con un inmenso teatro. La harmonia alude al sonido de los instrumentos afinados que hacen del Cosmos una orquesta sinfónica.

Esa doctrina nos enseña a aprender mirando al cielo y escuchando la música callada de las esferas celestes. Porque el cielo es número y harmonia, y también es música, que sólo quien sabe guardar silencio como Pitágoras es capaz de escuchar. Porfirio, filósofo de los siglos III-IV d.C., afirmaba que Pitágoras "oía incluso la harmonia del todo: aquella que contenía la harmonia universal de las esferas y de los astros que se mueven dentro de dichas esferas, harmonia que las deficiencias de nuestra naturaleza nos impiden percibir".

Según el testimonio de Aristóteles, "después de justificar el hecho de que tal clase de sonido nosotros no lo oigamos, arguyen que la causa de ello se halla en algo que se da siempre, desde el instante mismo de nuestro nacimiento: la carencia de todo contraste con el silencio, lo que nos impide distinguir éste, a pesar de que sonido y silencio se puedan discernir el uno del otro, justamente por ser contrario".

Esta manera de explicar numéricamente la esencia de lo creado, es sin duda el origen oriental, que se deduce de los viajes que Pitágoras realizó por Asia.

El efecto psíquico de la música parece ser aquí un elemento generador, en tanto que en las posteriores doctrinas musicales físico-matemáticas se atiende principalmente al hecho fisiológico de la impresión sensual para relacionarlo con las leyes generales de la acústica.

Sin duda fue Pitágoras el iniciador de esta aplicación curativa y medicinal de la música. Ya se ha dicho antes que el alma es harmonia, debido a esto, la música ejerce sobre el espíritu un especial poder: La música puede restablecer la harmonía espiritual, incluso después de haber sido turbada. De tal idea se deduce uno de los conceptos más importantes de la estética musical de la antigüedad: el concepto de catarsis. El vínculo de la música con la medicina es muy antiguo, y la creencia en el poder mágico-encantador, y con frecuencia, curativo, de la música, se remonta a tiempos anteriores a Pitágoras. La música era admirada y llamada purificación, por eso los pitagóricos purificaban el cuerpo con la medicina y el alma con la música. También esta concepción pitagórica de la filosofía como curación del alma, que tiene como ciencias auxiliares a las matemáticas y a la música, dio lugar a una meloterapia o psicoterapia. Pero los pitagóricos, no sólo establecieron una especie de medicina musical del alma, sino que empleaban también para ciertas enfermedades los encantos creyendo que la música contribuía grandemente a la salud si se empleaba del modo más conveniente. Por tanto se establecía un lazo indisoluble entre salud y música, puesto que la proporción y equilibro de las notas produce harmonia y orden, tanto en el cuerpo como en el alma.

La música es un saber sublime y fundamental para la salud y la purificación ética del ser humano.