Revista en Internet
Número 1º - Febrero 2000


Secciones: 
Portada.
Editorial.
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
El lector opina
Web del mes
Crítica musical
Midi del mes 
Tablón anuncios

 ENTREVISTA EN EXCLUSIVA A ROSA TORRES PARDO.
Entrevista realizada a resulta de un concierto ofrecido por la OCM y Rosa Torres Pardo en la ciudad de Málaga.

¿Qué es para usted la música?
... ¡Ay qué pregunta! (se ríe)...
 
Es una pregunta que me han hecho varias veces y la última creo que contesté que en un diccionario de la música, decía Arnold Doliverman que según Stainer, la música no se puede definir, es algo indefinible y sólo se define siendo música por sí misma. Sólo la puedo definir haciéndola, viviéndola e interpretándola. Ponerle palabras me resulta imposible.

 ¿Cómo era su época de estudiante de música en el Real Conservatorio de Madrid?
Pues como cualquier época de chica adolescente que tiene la vida por delante, que se lo pasa bien con los compañeros, escuchándoles tocar. Fuí quizás un poco loca e inconsciente, y con el tiempo muchas veces me he autocriticado de cómo no habré trabajado un poco más, porque luego hay que hacer mucho repertorio. El tiempo te va premiando, pero reconozco que lo pasé muy bien con los compañeros, escuchando a otros artistas. Fue una época bastante buena y muy alegre en mi vida y con el catedrático Joaquín Soriano, un fantástico profesor.

 

¿Guarda algún recuerdo con cierto cariño de aquella época?
 
Pues sí, las relaciones con mis compañeros, con mi maestro, los conciertos de fin de curso, cuando nos presentábamos a premio... Nos lo pasábamos muy bien.

 

¿Y no había mucha competencia? Porque hoy en día parece que la gente va más a competir que a disfrutar de la música.
 Hombre, la verdad es que es inevitable cuando hay gente de tanto nivel. Yo creo que tuve la suerte de tener compañeros de bastante nivel, es una competición, pero sana. Te fijas que bien lo hace Fulanito y piensas “voy a intentar yo también dar la talla y estar a ese nivel”. Eso es bueno también, porque te impulsa más.

 

¿A qué edad empezó a tocar?
 Pues muy tarde. No soy como esos niños que dicen que a los 4 años dio su primer concierto. Yo empecé con 10 años y acabé a los 20 el conservatorio.

 

¿Y cuando tuvo claro que lo tuyo era el piano? 
Pues yo creo que enseguida. Mi madre me decía “tu hasta 4º curso y luego para enfermera u otra cosa”. Y yo ya me dí cuenta que esto era imparable, que te iba absorbiendo más y más y que siempre ibas pensando a ver lo que ibas a tocar el año que viene, después que si me voy a ir a Viena, a Londres o Nueva York. Y cada vez siempre miraba más allá.

 

¿Su vocación hacia la música viene de familia de artistas?
Tengo una hermana que es laudista y cantante y ha grabado algún disco. Y siempre hemos hecho música juntas. Mi madre hizo danza. Creo que es una mujer con talento, y lo he reconocido, es algo que se ve cuando tienes arte a tu alrededor. Creo que sí he recibido el arte a través de ella. Aunque mi padre presumía que era por su lado, que era por un primo que tenía en la orquesta nacional. (se ríe)

 

¿Cuál es su compositor favorito?
Pues tengo varios, no podría quedarme con uno solo. Tan pronto me gusta estar tocando a Bartok o a Prokofiev, como de repente decir que Beethoven es el mejor, y que no hay fuerza mayor en la naturaleza como la de Beethoven. Pero de pronto, tocas una Partita de Bach y dices “¡qué maravilla!, es que donde hay perfección y arte...”

No me puedo quedar con uno y dejar a otro. Me gustan mucho los románticos a partir de Beethoven, la música alemana, Brahms, Schumann. O determinados compositores o determinadas obras.

 

¿Y compositor español?
Como español, ya no se si se toca por placer o por obligación. Desde que empezamos el conservatorio estamos estudiando Albéniz, Granados... ya no sabe uno si le gusta o no. Yo creo que nos acaba gustando por deformación profesional... (bromeando)

Yo acabo de hacer las “Goyescas” de Granados y las acabo de grabar. Uno como artista tiene la obligación de enamorarse de lo que hace, sino no lo puede transmitir, o sea, te tiene que parecer lo mejor del mundo en ese momento. Y realmente, yo he descubierto las “Goyescas” ahora cuando las he tocado aunque ya las conocía, pero las he redescubierto y me parecen geniales. No todo el mundo piensa lo mismo, porque es una obra que se toca poco, porque a lo mejor resulta un poco árida, pero si uno la escucha unas cuantas veces se puede dar cuenta del alcance que tienen. Depende de la importancia que uno le quiera dar y de la que le da el intérprete.

Ahora también tengo que hacer la “Suite Iberia” de Albéniz completa, ya no me queda más remedio!! (se ríe) ... Primero la interpretaré en el Ciclo de Grandes Intérpretes en Madrid. Me decía Alicia de Larrocha que para ella le resultaba mucho más difícil tocar las “Goyescas” que la “Suite Iberia”. A mi me cuesta creer, porque la “Suite Iberia” es tal cantidad de notas, de acordes, de saltos... me cuesta creer que sea menos árido. Pero quizás en cuanto a concepto musical si sean más complicadas las “Goyescas” que la “Suite Iberia”, que es una música más clara. A lo mejor es complicada de notas y de una dificultad un poco inútil porque no da el resultado esperado a veces, o sea, que tanta dificultad no se corresponde con el resultado. Bueno, son los dos grandes pilares de nuestra música junto a Falla y hay que reconocer que están muy bien.

 

¿Está especializada en algún compositor en concreto?
 No, pero bueno, música española hago casi todo. Me gustaría profundizar un poco más en la música del Padre Soler que me resulta muy interesante y de mucha calidad. También hago estrenos de compositores actuales y por supuesto, no puedo dejar a los clásicos de lado.

 

¿A qué pianista admiras más y ha seguido más de cerca?
Pues he admirado a muchos pianista como Alicia de Larrocha, Maria Joao Pires, Emil Gilels, Kempff, Barenboim, Radu Lupu... me gustan todos aquellos que muestran el lado menos perfecto, que tienen una perfección imperfecta. Aquellos que dan todas las teclas siempre y que nunca se van a equivocar me ponen un poquito nerviosa. Me gusta el que apuesta porque pone toda la carne en el asador, le pueden pasar cosas, pero de repente puede salir la magia. Aquel pianista donde sabes que siempre puede ser perfecto, dudo mucho que surja la magia.

 

¿Cuál es la cualidad que más admira en un pianista?
 Me gusta mucho que al pianista se le reconozca, por ejemplo Vladimir Horowitz. Uno oye una grabación de Horowitz y sabe que es él. Me gustan aquellos pianistas que se les reconoce por su personalidad. Como las sonatas de Mozart tocadas por Pires, uno sabe que es Pires porque tiene un toque especial.

 

Después de haber tocado por tantos sitios y haber participado en concursos, ¿qué recomendaría a los jóvenes que quieren abrirse paso en el mundo del piano?
 Hay varias opciones. Una es la de los concursos. Yo no he hecho ese recorrido de todos los concursos importantes. No sé ni siquiera si es bueno para la formación del pianista, pero es una salida. Puedes hacerlo si tienes el coraje, el aguante y la técnica, porque es que tienes que ser un pianista muy duro y muy perfecto; hay que tocar los estudios perfectamente. Es una opción. La otra es llegar a crear un repertorio amplio. Aunque es difícil tener la oportunidad de que te den un concierto y que te escuchen, no es imposible. Yo creo que todo el mundo tiene alguna vez una oportunidad, y si no se deja vencer por la impotencia y tiene el aguante de seguir, creo que se acaba consiguiendo hacerse oír de una manera u otra. Eso es muy duro porque claro, trabajar solito en casa sin saber cual va a ser tu futuro eso es  horroroso, y entonces se te van las energías. Pero creo que es fundamental no tirar nunca la toalla. Habiendo talento y trabajo se consigue.

 

¿Se dedica exclusivamente a dar conciertos o también imparte clases?
Me gusta la enseñanza pero no tengo tiempo porque requiere mucha energía y entrega. No descarto dar alguna clase de vez en cuando, o si alguien necesita algún consejo pues me gusta dárselo. Pero no tengo tiempo para la enseñanza.

 

¿Y piensa en un futuro retirarse como concertista y dedicarse exclusivamente a la enseñanza?
 No, porque mi máxima obsesión es hacer un repertorio que todavía no he terminado y hacerlo lo mejor posible. Es mi único pensamiento, pero no descarto la idea.

 

¿Qué busca en una obra a la hora de interpretarla?
 Una vez aprendidas las notas y todas esas cosas, le busco la vida, o sea la forma, tener una idea. Primero vas dándole forma con un concepto: aquí voy a hacer esto, allí voy a interpretar de tal forma. Ponerle una escenografía y hacerla viva. Que no resulte una copia de una grabación, sino que resulte algo nuevo para ti mismo, que tu puedas crear y que sea diferente a todo lo demás, a todo lo que has oído antes. Y eso lo hace mucho más divertido, e incluso te ayuda a superar todos tus problemas técnicos. Si estás con una idea musical, te va a resolver todos los problemas que tengas, por ejemplo el paso del pulgar u otra cosa; sale el problema, se resuelve solo. Es un trabajo conjunto el de la técnica y la música. La interpretación es una parte básica. Por eso, hacer arte dramático e interpretación no estaría mal. Hace poco en Zurich fui a un ensayo con una soprano y vi la representación de un “Barbero de Sevilla” que llevan haciéndolo ya muchos años; se lo pasaban tan bien los cantantes en el escenario, era tan buenos actores, que se veía como si lo estuviesen haciendo por primera vez de esa forma. Estaban reviviendo en la escena.

Y yo me decía, que esto tiene que ser así. Algo vivo y siempre nuevo, en constante cambio.

 

¿Alguna anécdota curiosa?
 En fin, lo de los móviles no es ninguna anécdota graciosa (se ríe)... O que se desmaye alguien en medio del concierto, lipotimias... eso no son anécdotas divertidas.

En un concierto que hice en Pekín, nunca había oído mayor escándalo entre el público. A lo mejor, el concepto de concierto allí es diferente. La gente entraba, salía, comía palomitas, bocadillos, como si fuera el circo. Y yo cada vez que les miraba, parecía que allí no pasaba nada, y yo seguía tocando. ¡Cosas raras! (se ríe)

 

¿Con qué director se ha sentido más a gusto trabajando?
Pues ha habido varios, pero es tan difícil encontrar un buen director. Normalmente, si cuidan mucho la música nunca te avisan de cuando tienes que entrar, se olvidan de ti. Pero prefiero los directores que buscan más la música que ir al mismo tiempo todos juntos. Los que buscan algo más que el que vayamos juntos todos. Me sorprendió mucho López Cobos con un concierto de Ravel que hicimos en Los Ángeles hace un par de años con la filarmónica de Los Ángeles. No se si era la orquesta, si era él, pero aquello fue increíble. Son de esas cosas que parece un sueño a la luz de la luna. En esa montaña donde pone Hollywood, debajo se celebra todos un festival todos los veranos que se llama “Hollywood Bowl” y son conciertos al aire libre con cabida para 18 mil personas; la gente se lleva la cestita con la merienda... es un ambiente muy bonito. Ese es un recuerdo especial que tengo.

 

¿Qué director de orquesta admira más?
Me acuerdo muchísimo de Cebidache. Lo admiro por la gran personalidad que tenía y por las versiones tan diferentes que hacía. Pero hay muchos grandes como Temirkanov. Por lo general me gusta mucho la gente muy mayor. Me gustan los pianistas mayores que están de vuelta de todo y que les parece todo un recuerdo, que ya no se están jugando nada. Tienen una forma de hacer música tan diferente... No tienen prisa, tienen calma, respiran. Recuerdo los últimos conciertos de Claudio Arrau como algo maravilloso.

 

¿Cree que algunas veces, algunos de los pianistas actuales más famosos no estuvieron a la altura de los antiguos como Cortot, Rachmaninov o Rubinstein? ¿Crees que antes había más nivel y calidad interpretativa que ahora?
Antes había un tipo de pianista virtuoso que ahora no hay, porque se llevaba más, era una moda; el romanticismo y el virtuosismo por hacer escalas, arpegios, florituras y música que impacte al público. Conseguir el efecto de impactar a base de cosas brillantes. Para mi eso es un divertimento, eso no es la música. Está muy bien si el pianista, además de colocarte espiritualmente en otro plano, es un virtuoso y te impresiona con esas cosas, me parece genial. Pero yo no es lo que busco, no estoy buscando esa forma de impresionar. Siempre busco más la propia emoción que pueda haber entre una nota y otra. Van cambiando las modas si, pero ahora los repertorios son mucho más grandes. Cada día tenemos más composiciones para piano, y ya la música del siglo XX es muchísima. Pero sigue habiendo pianistas virtuosos.

 

¿Cómo se siente antes y después de un concierto antes un gran auditorio?
 Si he tocado bien, feliz. Los nervios de antes no te los quita nadie. Hay días que estás más excitada que otros. Otros días tienes una calma que no tiene por qué y tampoco es bueno, porque siempre es buena una pequeña dosis de nervios para mantenerte alerta por cualquier cosa que pueda ocurrir conviene. Me gustan los auditorios llenos; me concentro mejor cuando hay mucha gente. Si hay poca gente me despisto, no presto tanta atención. Si hay mucha gente noto más las vibraciones del público, entonces me entra más fuerza y no pierdo un instante de concentración. Después de un concierto, si has conseguido lo que buscabas sientes una gran satisfacción personal. Cuando has conseguido olvidarte que te tienes que relajar, te has metido completamente en la música y logras ese silencio que no se oye ni una mosca, eso es para mi maravilloso. Pero cuando estas tocando y oyes murmullos o toses, entonces me digo “aún no he logrado el clímax” y pongo todas mis fuerzas, y claro, lo consigues o no lo consigues.

 

Sus próximas grabaciones.
 Acabo de grabar, pero todavía no ha salido, las “Goyescas” de Granados. Tengo en vistas la “Suite Iberia” de Albéniz, y otras cosas más.

 

¿Qué planes tiene para un futuro próximo?
Voy a ver si consigo ordenar mis repertorios y mi vida porque ahora mismo estoy a programa por mes. Después del Concierto No.3 de Beethoven, que estamos tocando ahora, en febrero estreno en Berlín una obra de Leonardo Balada, un catalán afincado en Pittsburgh, con la Orquesta de la Radio de Berlín y Frühbeck. Para marzo, hago un programa dedicado a las rapsodias de Albéniz y Halffter y la “Rapsodia in Blue”. En abril, tengo otro programa de música contemporanea dedicado obras de Ligeti, Kurtág, Cristóbal Halffter y José Luis de Delás. En mayo, una gira con un músico de la Orquesta Filarmónica de Viena haciendo “La Trucha” de Schubert y después, en Málaga tengo un programa para el mestizaje de todas las artes. Luego tengo los festivales en verano con diversos programas, y a ver cuando me da tiempo a hacer la “Suite Iberia”.

 

Desde aquí, nuestros más sinceros agradecimientos a Rosa T. P. por habernos concedido la entrevista y haber pasado un rato muy agradable junto a ella.

 

 

 Entrevista realizada por Rocío Cuenca y Anuska Requena.